Un grupo de entusiastas investigadoras -y sesudas filósofas- ha rendido hace unas horas un cariñoso homenaje en el Vaticano a uno de nuestros iconos de cabecera: la Escuela de Atenas, de Rafaello Sanzio.
Lo mejor no es que hayan disfrutado en vivo de la obra -con ser eso mucho-, sino que se hayan acordado de nuestras clases y de este modesto blog.
Os envidio alegre y nostálgicamente.
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