Estimad@s discípul@s de primero: vimos hace un tiempo cómo el filósofo se caracterizaba por su actitud de búsqueda permanente movido por el ansia de conocimiento, a partir del humilde reconocimiento de su ignorancia. Esto le permitía a Platón en Banquete compararlo con Eros, por cuanto el amor sería el deseo de lo que no se tiene, un motor que nos empuja hacia el objeto deseado. Si éste se alcanza, el amor cesa; si el filósofo llegara a saber, dejaría de buscar, dejaría de ser filósofo. Recordad aquello del triste destino del filósofo: condenado a buscar siempre, a no tener nunca.
Pues bien, he encontrado una variante de esta idea, aplicada al valor de las utopías soñadas -no practicadas- en la película La vida de David Gale, interesante también por otros conceptos. Éste es el fragmento:
Por cierto: ¿Recordáis alguna secuencia cinematográfica que se desarrolle en una clase y en la que el timbre de salida no suene antes de dos minutos? Yo no caigo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa primera peli que me ha venido a la memoria es "En busca del arca perdida" (¿por qué será?)en la que, efectivamente, al profesor Indy no le tiempo más que a escribir la palabra "Neolithic" en la pizarra...¡Así no me extraña que se hagan cortas sus clases!
ResponderEliminarPor otro lado, no lo he comprobado, pero supongo que "El club de los poetas muertos" las clases sí que son más largas.
Ups, me ha faltado la preposición "en" antes del título de la peli. Mi dispiace.
ResponderEliminar