El concepto de ciudadanía se ha ido gestando lenta y arduamente. Como hemos visto en nuestras clases de 1º de Bachillerato, implica la posesión de ciertos derechos y de ciertos deberes. Y justo cuando creíamos que éramos unos correctos y completos ciudadanos, ¡zas!, se multiplican las voces que nos alertan de que nuestra ciudadanía es imperfecta: los deberes se hacen cada vez más pesados, los derechos se recortan y adelgazan, y una de las principalísimas señas de identidad de la ciudadanía, la participación, se ejerce de forma indolente, tibia, esporádica y, en general, poco útil.
El programa de La Sexta Salvados dedicó hace pocos meses un reportaje a analizar lo raquítico de la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos. El episodio se llamaba Ciudadano Kleenex, y me parece de gran interés para reflexionar sobre la calidad de nuestra ciudadanía.
Ciudadano Klinex - Salvados - Jordi Évole